martes, 31 de julio de 2012


Tercer capítulo.

*Algo en mí me está diciendo que Justin es real.*

*Un día después*

La alarma vuelve a sonar. Pi, pi, pi… Esa horrible melodía de mí “querido despertador”… Me levanto y me pongo las zapatillas.

No sería tan horrible si fuese la única señal, el único mensaje que me hace levantarme y salir de mi casa. De mi cárcel. Me encamino al baño. Eso y Justin. Sensaciones extrañas acuden a mi barriga como si fuesen llamadas. Se encuentran en el mismo punto. Haciéndome sentir sentimientos extraños. Sentimientos que no han sido llamados, sentimientos que no quiero experimentar. Me toco la barriga. ¿Pero qué es esto? ¿Qué es este sentimiento tan satisfactorio?

No debería gustarme. En cambio me gusta. ¿A quién le gusta sentir emociones que ellos mismos no entienden ni comprenden? Me miro al espejo.

Toco mi cara. Suavemente paso los dedos por mis imperfecciones. Imperfecciones causadas por unas manos. Manos que ojalá nunca más volviese a sentir… Manos que no quiero ver nunca más. Manos que quiero que desaparezcan.

-¡___! –Me llama gritando. Eso causa que pegue un brinco y mis manos tiemblen. Que todo mi cuerpo se tambalee y mis pies debiliten, hasta el punto de tener que agarrarme al lava manos que tengo delante de mí. Mi corazón late muy fuerte. Demasiado. Suspiro, abro la puerta del baño y me encamino a la cocina. Papá se mueve muy rápido de allí para allá. Ni siquiera me mira. Ni siquiera un: “Buenos días hija, ¿qué tal la noche?” Cojo la cafetera y la coloco en la placa. Suspiro, suspiro y suspiro…

Miro a papá. Para él no soy nada ni nadie. No sé lo que soy… Puede que una réplica exacta a mamá. Cosa que no entiendo. Él amaba a mamá. Si la tocaba, era para acariciarla. Si se acercaba, era para besarla… Entonces, ¿por qué cuándo se acerca a mí es para gritarme y menospreciarme?

Echo de menos esas noches cuando entraba a mi cuarto, se acercaba a mí, me besaba en la mejilla y yo le agarraba fuertemente del brazo, y con la respiración entre cortada le decía: Papá, quédate conmigo. Los monstruos del armario no me dejan dormir… Y él sonreía, con esa hermosa sonrisa que ya no saca. Entonces, se acurrucaba a mi lado y me acariciaba el pelo. Esperando a que me quedase dormida, para volver con mamá.

Pero, ¿dónde se quedó eso? En mi corazón sigue habitando ese sentimiento de melancolía. De esperanza. La esperanza en que un día se acerque y me diga lo orgulloso que está de mí, por soportar todo esto. Papá me saca de mis pensamientos, dando un portazo en la puerta. Señal de que se va, para no volver hasta media tarde. Me doy cuenta que he estado llorando y rápidamente me seco las lágrimas. Apago la placa. Ya no vale la pena el café. Ni siquiera tomo café. Lo detesto. Es un sabor demasiado amargo que odio en los mayores cuando beben… Cojo mi bolso, un poco de maquillaje para tapar mis bolsas de los ojos, y salgo para ir al instituto. Como otro día más.

Pero esta vez, esta mañana ha sido distinta. Sonrío mientras camino por las húmedas calles, dirección al instituto. El instituto para muchos es lo peor, lo más odiado. Para mí, es un refugio. Allí me siento segura y protegida. Sé que nadie me hará daño. Tampoco tengo tantos amigos que me protejan. Por decir que casi no tengo. No tengo esos amigos que me abran sus brazos. No tengo esos amigos que me digan: “¿Quién ha sido el que te ha hecho llorar para matarlo?” “Tranquila, no dejaré que nada ni nadie te rompa”. Esos amigos para mí no existen. Solo en mi cabeza. En mi cabeza, habitan esos seres que deseo. Esos seres con los que recorro mares y miles de kilómetros. Esos seres con los que cruzo montañas. En los que el mayor regalo son las risas.

Esos seres que desearía que existieran. Esos seres que serían los mejores y perfectos amigos para cualquiera. Pero que solo son míos, y los protegería como si mi vida fuese en ello.

Esos seres con los que sueño…

“He venido a rescatarte” “Ven conmigo”. Esas frases vuelven a mí. Clavándose en mi interior y dando grandes punzadas en mi cabeza, con la única imagen de Justin mirándome mientras sonríe. Es imposible que exista. Es imposible que alguien te pueda hacer sentir innumerables cosas a la vez… Es imposible que alguien sea tan perfecto. Que con sus palabras y su melodiosa voz te hagan flotar en las nubes, y si se va, caigas a trompicones y vuelvas a aterrizar…

Pero él, en cambio, no demostraba signos de frialdad. Ni siquiera logro encontrar, entre mis recuerdos de ayer en la playa, una imperfección… No, simplemente era perfecto. Nadie en su sana vida me ha tendido su mano. ¿Por qué ese chico sí? Insistiría en que es producto de mi imaginación… Si no fuera por que he sentido algo extraño al besarle.

Y por que algo dentro de mí que no quiere salir me está diciendo a gritos que es real.

X: ¡Hola tía! –Alice me sorprende con un gran abrazo por detrás, a la altura del cuello. Desprende un agradable olor. Me recuerda a su familia. Su familia está compuesta por su hermano mayor, ella, el pequeño y sus padres. Son muy agradables conmigo, y envidio a Alice por tener una familia que este ahí para apoyarte y ayudarte, por tener unos hermanos a los que le puedes contar tus secretos y estos te aconsejen.

Envidio a Alice por tener una familia estable.

Yo: Hola Alice. –Le sonrío.
Alice: ¿Qué tal? –Me pregunta, mientras se aparta su pelo liso de la boca. Se ve que ha venido corriendo desde su casa, es una persona muy híper activa. Y mi mejor amiga.

Bajo la mirada y agarro fuertemente mi bolso.

Alice: Joder, ¿otra vez lo ha vuelto hacer? ¿Otra vez te ha pegado?
Yo: Alice, baja la voz por favor.
Alice: ¡NO! Me da asco, ¿lo entiendes? Me da asco que te toque y te sientas indefensa…
Yo: Alice, tengo algo más importante que contarte. –La interrumpo y ella inmediatamente se calla. Para seguir atacando milésimas de segundos después.
-Alice: ¿Algo más importante, que el hecho de que tu padre te ha vuelto a pegar?-
Yo: Sí. –Le respondo rápidamente mientras clavo mis ojos en los suyos. Verdosos fuertes. Ella mira hacia adelante. Entiendo que es mi oportunidad para empezar a contarle.
Yo: Alice… Ayer vi a un chico.
Alice: ¿Te refieres a esos seres raros que habitan en tu cabeza?
Yo: No son raros Alice, son únicos. –Ella suspira. –Son… Especiales.
Alice: Ya…
Yo: Pero este ser… Era distinto a todos los demás.
Alice: A ver, ____, me acabas de decir que no son “raros” si no “únicos y especiales”. Ahora me dices que justo ese ser del que me quieres hablar es especial. –Hago una vuelta con mis ojos, y ella hace el gesto de las comillas en los adjetivos.
Yo: Por que lo es, Alice. Ese ser… Era distinto, no sé como explicártelo… Ese ser parecía real. ¿Entiendes?
Alice: ¿Cómo si no habitase en tu cabeza?
Yo: Exacto. Era como si de verdad pudiese sentir, hablar, oler sin que yo tuviese que pensarlo.
Alice: ¿Cómo estás tan segura?
Yo: Por que me besó.
Alice: ¿Qué hizo qué?
Yo: Alice, me besó. Ese chico tenía algo…
Alice: Eso es por que te has enamorado.
Yo: ¿Me he qué?
Alice: Enamorado. Es la sensación más placentera que el ser humano puede sentir. Ya sabes, ese sentimiento que te recorre todo el cuerpo cuando le ves o pasa por tu lado.

Entonces, la imagen de Justin con su enorme y preciosa sonrisa vuelve a mi cabeza. Y ya no me acuerdo que Alice está a mi lado, explicándome lo que es estar enamorado. Ni si quiera hace falta. Porque lo estoy sintiendo en mi propia piel. Un sentimiento que nunca antes había sentido. Y me daba miedo a pensar, de que verdad podría estar empezando a sentir algo por ese chico tan indescriptiblemente perfecto.

Yo: Pero Alice, eso es imposible. –La interrumpo.
Alice: ¿Por qué dices eso?
Yo: Por que nunca le he visto.
Alice hace una especie de ruido, como intentando aguantar las ganas de reírse, antes la semejante estupidez que haya podido provocar en ella y su reacción.
Alice: Eso es imposible. Si tú afirmas creer que ese chico es real.
Yo: Es real. Lo que pasa, es que nunca antes lo he visto. Pero algo dentro de mí no me lo dice, me grita que lo es.
Alice me interrumpe y pone una mano en mi barriga para que me parase en seco, ya que estaba mirando el suelo.
Alice: Oye, ¿quién es el rubio de la puerta? –Me pregunta, mientras miro hacia la entrada del instituto.
Yo: No lo sé, pero parece ser que ellas sí le conocen… -Digo con media sonrisa. Miro a Alice. Parece conocerle, pero por tanta expectación que hay en la puerta de nuestro instituto, no lo recuerda.
Alice: ¿Y ese? Es bastante mono… - Un chico se pone al lado del otro. Miro irónica a Alice. Es muy guapa. Hasta con el mayor de los caretazos, apuesto que sigue teniendo la cara más bonita de la faz de la Tierra. Sus ojos son verdes fuertes, su pelo castaño liso. Un color más claro que el de Justin. Joder, otra vez… Malditas mariposillas, maldita esta sensación de flotar, maldito todo. Maldito él.

Alice: Hostias, no puede ser… ¡NO PUEDE SER ÉL! ¡Es él! –Me grita Alice mientras sus labios empiezan a gritar demasiadas cosas a la vez, cosas que no logro entender, mientras el histerismo en la puerta del instituto causa que vuelva a mirar hacia el bullicio, y dejar que Alice mueva mi brazo de aquí para allá por su nerviosismo.

Entonces, es ahí. En ese momento. Cuando miras a esa persona y sientes que el mundo ya no existe. Cuando sientes que se para el tiempo, que el resto de las personas van a una velocidad demasiado lenta. Como si el mundo quisiera darte una oportunidad de mirar a esa persona perfectamente, para no equivocarte de que la elección que dicta tu corazón, es correcta.

Cuarto capítulo.

*Entonces, es ahí. En ese momento. Cuando miras a esa persona y sientes que el mundo ya no existe. Cuando sientes que se para el tiempo, que el resto de las personas van a una velocidad demasiado lenta. Como si el mundo quisiera darte una oportunidad de mirar a esa persona perfectamente, para no equivocarte de que la elección que dicta tu corazón, es la correcta. *

Yo: Alice, ¿quién es ese? –Le pregunto mientras ella sigue dando pequeños saltos y sus manos tiemblan.
Alice: ____ ¿cómo no sabes quién es? –Casi no la puedo oír por los gritos que hay en la puerta. De repente, un montón de chicas se han agolpado en la entrada del instituto, en el mismo momento en que Justin salió…
Yo: Sé quién es, pero no lo entiendo… No puede ser. –Alice está apunto de abandonarme allí, mientras intento buscar una respuesta lógica, pero jalo de ella y causo que se queje y por fin me preste atención.
Alice: Au. –Se frota la zona dañada.
Yo: Alice, es él. –Le digo.
Alice: ¿Qué? –Pongo los ojos en blanco.
Yo: Alice, es el chico de la playa, Justin. Es el chico que besé. –Alice deja de mirar embobada hacia la puerta, para girar lentamente su cabeza hacia mí.
Alice: ¿Me tomas el pelo no? ¿Cómo que él es el chico de la playa? –Me pregunta mientras señala a Justin, que está saludando a algunas chicas, de miles que se han agolpado en la puerta. Lo miro y bajo la mirada inmediatamente. Pensamientos inimaginables van a mi mente. Como las ganas locas de correr hacia él, abrazarle fuertemente y no soltarle, mientras le grito que me lleve con él, para poder ser feliz. Pero, ¿solo ese era mi cometido?
Alice me jala del brazo. –Alice: ___, lo que me estás contando es imposible. Es Justin Bieber.
Yo: ¿Quién? –Le pregunto confusa.
Alice: Joder _____. Justin Bieber. El de baby. –No entiendo nada. –Baby, baby, baby, ohh… -
Yo: ¿El chico que tú a veces escuchas?
Alice: Sí, el que sale en la radio.
Yo: Pero… Eso es imposible. Es él, Alice. Es el chico que besé en la playa. El chico que me dijo que me fuese con él si quería ser feliz…
Alice: ¿Qué te dijo qué? –Sonrío. Recordando el momento en que Justin me cogía de las manos y me decía lo que haría si me fuese con él.

*Narra Justin*

No entiendo nada. Chaz y Ryan me intentan explicar qué es esto. Por qué tantas chicas están agolpadas afuera, gritando mí nombre. Que por cierto, es horroroso. ¿Cómo es que nunca antes me quejé a mamá?

X: Justin, hey. –Ryan chasquea sus dedos delante de mi cara.
X: Seguirá conmocionado por lo de…-
Yo: Cállate. –Le espeto a Chaz. –Ryan y él se miran. Entonces sé que he hecho mal en mandarlo a callar a Chaz, y lo mejor es dar una vuelta a todo el instituto.
Ryan: ¡Justin! ¡Justin vuelve! Ahora mismo empezarán las clases.
Yo: ¡No me llamo Justin! Mi nombre es Drew. Drew Bieber Mallette. –Les grito mientras me doy la vuelta y los miro desafiantes a los ojos de cada uno.

*Narras tú* Alice y yo caminamos por los pasillos del instituto, alejadas de distintos grupos de chicas buscando a Justin.

Alice: ____, olvídate ¿quieres? Justin no pudo ser ese chico, ¿de acuerdo?
Yo: Alice, ¿cuántas veces te lo digo? Era Justin. ¡Justin era el chico que me besó en la playa! –Me alejo de ella y empiezo a caminar con paso ligero. Buscando un sitio donde pensar.

Alice: _____ lo siento. ¿Vale? – Alice me jala del brazo y me detiene. –Simplemente, no puedo comprender lo que me estás contando. Juras que Justin Bieber te besó, y ahora él personalmente está aquí, en nuestro instituto.
Yo: No hay que ser adivina para saber eso. –Nos sonreímos.
Alice: Hey, te voy a creer, ¿vale? –Me dice mientras aparta un pelo de mi cara y me abraza fuertemente. –Si tú dices que Justin Bieber te besó, es que es verdad. Así que tenemos que buscarlo, encontrarlo y hablar con él. –Me hace gracia que ella esté llevando los mandos de esta situación, cuando ni yo si quiera comprendo qué hace Justin aquí.

Alice respira hondo. Parece más nerviosa que yo.

Alice: Pero, hay algo que no entiendo. –Hace una pausa. -¿Qué fue lo que te dijo Justin?
Yo: Me dijo que me fuese con él. Me dijo: “Ven conmigo. Ven conmigo a un lugar donde no tendrás que preocuparte en que te vuelvan a levantar la mano.”
Alice: Joder, qué bonito. –Yo sonrío fuertemente y eso a Alice parece haberle gustado, ya que no solo lo hago pocas veces, si no que me rodea con un brazo mi hombro y me apretuja contra ella.

Es mi mejor amiga. Puede que no la mejor. Puede hasta que sea la más imperfecta, la más patética y la más torpe del planeta. Puede que sea de todo. Pero en algo gana a cualquiera: Siempre estará ahí. No importa si ella está pasando un mal momento. Porque siempre será capaz de tenderte su mano, aunque no reciba nada a cambio.

Nos encaminábamos dirección a nuestra clase, cuando dos chicos se paran de repente delante de nosotras, haciendo que casi nos tropezásemos de cara con ellos.

Alice: ¡He! ¡Tened más cuidado! –Se queja Alice.
X: Cuánto lo siento, señorita. No era nuestra intención, ¿verdad Ryan? –Le pregunta el chico con el que ha tropezado Alice al que está a su lado.
Ryan: ¿Eh? Sí, verdad Chaz. –Mira una lista. –Nombres. –Nos pide mientras nos vuelve a mirar. Tiene los ojos verdes fuertes. Intensivos. Muy bonitos. Puede que Alice los tenga un poco más fuertes. Pero los dos, demuestran demasiado.

Aunque, nada ni nadie se compara con los ojos y sentimientos que puede transmitir Justin a la misma vez.

Alice: Ag, Alice Logan Stewart.
Ryan: Bonitos apellidos. –Le dice mientras busca su nombre en la lista.
Yo: ¿Esto quiere decir que Justin está ahí dentro? –Le pregunto al que tengo en frente, Chaz. Él y Ryan se miran.
Chaz: Sí, pero por favor no gritéis. –Nos pide Chaz, mientras cierra los ojos fuertemente. Alice y yo nos miramos.
Ryan: ¿No gritáis? –Nos pregunta atónito Ryan.
Alice: No. –Responde ella.
Chaz: Creo que así es mejor. –Le comenta Chaz a Ryan. Ryan se encoge de hombros, se hace a un lado y deja pasar a          Alice. Yo voy a pasar cuando Ryan se vuelve a poner delante.
Yo: Joder, casi te como. ¿Siempre acostumbras hacer eso? –Le pregunto molesta.
Chaz: Cuando andamos cerca con Justin sí. –Los dos se vuelven a mirar y sonríen. Yo bajo la mirada y me muerdo un labio. Labios que ansían volver a rozar los suyos.
Ryan: Apellidos. –Me pide Ryan.
Yo: _____.
Ryan: Puedes pasar. –Me dice con una hermosa y gran sonrisa.
Pero nada, nada en este mundo podría para mí, compararse con la de Justin.

<<Flashback>>

¡Justin te queremos! ¡Eres el mejor! ¡Justin! ¡Justin te amo! Millones de chicas gritan mi nombre. ¿Cómo he podido causar tanto furor en tan poco tiempo?

Yo: ¡Yo también os quiero chicas! Sois las mejores. –Tras decir eso, he causado más y más lágrimas. Muy bien Justin, recemos para que ninguna se desmaye delante de ti.

Me subo al coche, pero antes, mando un beso volado a todas esas hermosas chicas que han venido a verme. Creo que nunca les podré agradecer lo que hacen por mí. Sonrío como un tonto tras sus caras de felicidad.

Sin ellas, no sería ni la mitad de lo que soy ahora.

“Hola señorito Bieber, ¿cuál es nuestro próximo destino”? Amo este robot.

Esta vez, Usher se ha salido. Ha mandado construir un coche adaptado a una voz que me lleva a todos los sitios y lugares en que me encuentre, con solo pedírselo. Ya que mamá anda preocupada por mí y la velocidad con las que manejo los coches.

Digamos que la carretera y la forma en la que disfruto conduciendo, no somos muy buenos amigos.

-Flor, llévame a casa de Scooter. Tenemos que hablar de unos cuantos asuntos.

“Eso está hecho, señorito Bieber”. Sin más, arranco el motor y salgo de allí. Miro por el retrovisor. E inmediatamente sonrío. Es imposible no sonreír al ver esas caras de felicidad que sienten al verme. El sentimiento es mutuo. Cuando me aseguro que nadie ha salido herido, miro al frente y suspiro.

Pero de repente, ese dolor de cabeza vuelve a mí. Y junto con él, esa preciosa imagen de una chica en mi mente. ¿Pero quién narices es? Hace tiempo que la veo. Me la imagino caminando, hablando, sonriendo… Y solo con imaginármela característicamente, ya tiemblo. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Un escalofrío que no entiendo. No entiendo nada. Nunca en mi vida he visto tal chica.

¿Quién será?

Procuro no pensar mucho en ella y apartar el dolor de cabeza de mí. Bastante aire entra por mi ventana. Perfecto. Eso puede despejar mi mente. Pero lo que seguro despeja es mi pelo. Mierda. Aprovecho que el semáforo está en rojo y miro por el espejo para acomodarme el pelo.

X: Mamá, mira ¡es Justin Bieber! –Miro hacia donde procede la voz. Sonrío. Es una pequeñaja de escasos cuatro años. La saludo con una mano a ella y su madre. Las dos sonríen de vuelta, pero la niña como la que más. Arranco de nuevo y me pierdo por la autopista. Pero un gran impulso de melancolía acude a mi corazón. Extraño a Jazzy. Extraño a Jaxo. A mi padre, mis abuelos, Chaz, Ryan… Tengo que ir a verles. No aguanto más. Llevo meses sin saber de mi familia de Canadá. Hablaré con Scooter. Solo espero que él este de acuerdo.

A lo mejor, si me alejo de aquí de Los Ángeles, deje de imaginarme a esa chica. O incluso la encuentre. Puede, que sea lo que más deseo en estos momentos.

Encontrarla, y saber si está bien.

De saber quién es y por qué acude a mi mente sin ser llamada. Y la que poco a poco, me está volviendo loco por dentro. Loco, incluso, al corazón.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
¡Hola! Espero que los caps se estén volviendo interesantes. Ya sabéis que lo que penséis para mí es importante, y que si queréis el quinto me aviséis por Twitter (@GuaxiBelieve) ó por aquí o por mi Ask (GuaxiBieber1D11) . Escribo solo por vosotros. Porque me gusta haceros soñar. Porque me gusta saber que disfrutáis con cada capítulo y esperáis con ansias al siguiente. Hace dos días exactamente, una amiga loca mía tuvo la “brillante” idea de crear una cuenta dedicada a mí y mi novela. ¿Tanto os gusta? Porque a mí me gusta haceros soñar. Y que soñéis con Justin más. Nunca pensé ir al buscador y poner el nombre de una cuenta dedicada a mí. Pero como dice Justin: “Los sueños se cumplen”. Y es cierto. Porque para mí, esto se está convirtiendo en un sueño. Sueño que se está haciendo realidad poco a poco. Y todo por vosotros. Por si os interesa, la cuenta es: @Guaxifacts. Gracias miles. Y espero vernos en los próximos capítulos, soñando a lo grande con Justin. La encuesta está ahí al lado todavía :3. 
Bienvenida a mi Mundo.