martes, 14 de agosto de 2012


Sexto capítulo.

*Y para ______, ese chico es Justin.*
*Narras tú*
Justin se separa de mí. Mientras cogemos aliento, nos volvemos a mirar a los ojos.
Justin: Nena, escúchame. –Me pide seriamente. Eso causa que los sentimientos de miedo salgan a la luz. Justin se separa poco a poco y me coge de las manos. De la misma forma en la que lo hizo en la playa.
Yo: ¿Qué pasa?
Justin: No nos queda tiempo, tu papá entrará de un momento a otro en tu cuarto…
Yo: Huyamos. –Le pido mientras jalo de él. Pero no se inmuta.
Justin: ¿Huir? ¿A dónde? Esto es un sueño. –Me dice. Mis ilusiones desaparecen.
Yo: Pero lo nuestro es real, ¿verdad? –Le pregunto asustada, mezclado con preocupación. Me acerco a él y volvemos a estar a escasos centímetros. Mira mis labios, deseoso.
Justin: Sí, claro. Lo nuestro es real. –Me responde mientras los dos sonreímos.
Gritos ajenos nos asustan. Parecen que viniesen del cielo. Si no fuera por que es la voz de papá, que sigue insistiendo en que le abra la puerta. Miro a Justin y él aprieta mis manos.
Justin: Eh, amor. Tranquila, ¿sí? –Con una de sus manos, rodea mi cabeza y va a parar a mi nuca. Con la otra, sigue apretando mi mano fuertemente. Yo me hundo en sus ojos, ni los gritos de papá pegando golpes en la puerta me lo impiden. No me impiden hundirme en esos ojos amielados que poco a poco, junto con esos labios, me están volviendo loca.
Los gritos de papá son cada vez más fuertes. Ahora es Justin quién me mira y parece ponerse nervioso. Yo no me resisto más y le beso. Un beso corto, pero intenso. Él lo recibe cariñosamente. Me separo de él. Continúa mirándome intensamente a los ojos.
Es algo que aprecio en Justin. Ningún otro chico me había mirado nunca de esa forma. Esa manera de mirarme… Tan deseosa, tan mágica, tan irresistible…
Ningún otro chico me había hipnotizado tanto con solo mirarme.
Ningún otro chico me miraba cómo Justin lo hacía. La mayoría miraba a mis pechos y eso me incomodaba. En cambio, apostaba que Justin los conocía a la perfección. Que con solo mirarme, supiera si estaban tristes, contentos, enfadados…Supiera lo que sienten cuando le miraban o cuando se cruzaban con los suyos.
Justin: Amor, tienes que irte.
Yo: No quiero. No quiero despertar de este mágico mundo en el que estamos los dos y nadie más. Nadie que nos diga lo que está mal y lo que está bien. Que solo nos guiemos por lo que nos dicta el corazón.
La idea de despertar e imaginarme que Justin no está a mi lado, abrazándome fuertemente. Protegiéndome de los gritos, mientras sustituye mis manos por las suyas y me las tapas en los oídos, me aterraba.
Justin contempla mi cara de preocupación y me empuja hacia él. Me abraza fuertemente. Por primera vez, me sentía protegida en los brazos de alguien. Esos brazos tan fuertes y musculosos, que eran solo míos, en donde podía sentirme protegida de verdad.

Me separo de Justin poco a poco. Pude leer en sus labios un: “Tranquila, te prometo que pronto estaremos juntos…” Yo suspiro y asiento.
Solté las manos  de Justin, pero él volvió a jalar de mí. Y con sus dos manos grandes me cogió de mis mejillas.
Justin: Hazme entrar en razón. –Antes de que yo pudiese replicarle, él ya estaba unos metros más lejos de mí. Ya no sentía en mis pies desnudos el campo de rosas. Miré hacia ellos, y vi el campo debajo. Mientras que Justin poco a poco desaparecía, delante de mis ojos. Miré hacia el horizonte y sentí que flotaba. Cerré los ojos. Quería que en mi mente solo permaneciesen los ojos marrones de Justin, que en la luz del sol de ese lugar, se habían vuelto verdes. 
Los gritos de papá por fin parecían lejanos a mí. 
Me sentía preparada. Preparada para volver a sentir las manos de papá encima de mi cuerpo.
Y más preparada todavía de encontrarme mañana con Justin y hablar con él.
Solo había una cosa que no entendía: ¿A qué se refería con hacerle entrar en razón?
<<Flashback>>
*Narra Justin*
El ruido de un teléfono me despierta. Medio dormido aún, intento levantarme. Me siento, mientras llevo una mano a mi cabeza, preparado para sentir un fuerte dolor y la imagen de la chica. Pero no. Increíblemente ninguna de las dos cosas ocurre. Me levanto y cierro los ojos fuertemente para comprobar si la chica había desaparecido para siempre. Me equivocaba. Ahora aparecía y desaparecía y se la veía borrosa.
Otra vez oigo el ruido del teléfono. Suspiro y me dirijo a donde está.
Yo: ¿Sí?
X: Hola hijo, soy mamá. –Una sonrisa de oreja a oreja se dibuja en mí, después de oír su voz.
Yo: Hola má, ¿estás bien? ¿Pasa algo? –Le pregunto. Desde que me independicé, me preocupo mucho más por mamá. Eso a ella le molesta, pero sé que en el fondo lo agradece. No me la imagino sola en una casa, con lo débil que parece, bajita de estatura… Cuando pienso en eso, rápidamente lo tengo que borrar de mi cabeza. Si no un caos se produce entre mis pensamientos, y una gran incomodidad y preocupación se apoderan de mí.
Pattie: Sí hijo. Todo está bien. No te preocupes. Solo te llamaba por que Scott me avisó de que pretendías volver a Canadá. E inmediatamente entré en Internet y busqué billetes. –Sonrío.
Yo: Gracias mamá.
Pattie: De nada hijo. Yo también necesito volver a Canadá… Echo de menos el olor de la cocina de tu abuela.
Yo: Yo a Chaz, Ryan, papá, los abuelos…
Pattie: Lo sé hijo. No nací ayer. Pero en cambio, tú si pareces haber nacido ayer mismo… -Suspiro nuevamente.
Yo: Mamá, por favor, no empecemos…
Pattie: Vale hijo. Pero seguro que tus abuelos te notan más cambiado.
Yo: Solo hace seis meses que no me ven…
Pattie: Seis meses son la mitad de un año.
Yo: Ya, y seguro que también me ven más flaco. –Mamá ríe. Amo que lo haga. ¿Quién no quiere ver reír a las personas que quiere y a las que tiene a su alrededor?
Pattie: Bueno hijo, te dejo, que tengo que hacer la maleta, y a las cinco me tienes que venir a recoger con el coche. Y por favor, ten cuidado. No me gustaría ir a recogerte a la cárcel. Ah, y Justin. Cuídate. –Mamá cuelga antes de que pueda protestar. ¿Ya? ¿Tan pronto? Suspiro y cuelgo también. Miro el salón. 
La ventana que está a la derecha del todo, ocupa una pared entera, el sillón que está pegado a una mesita y una lámpara. Y a la izquierda el sillón, con una gran mancha de Coca-Cola en el suelo. Suspiro de nuevo y dejo de apoyarme en la mesa donde está el teléfono. Voy a buscar la fregona.
Una de las maravillas del piso, no es la ventana que da a una parte de la ciudad de Los Ángeles. Si no que la cocina está pegado al salón. Es perfecto, por que no tienes que ir corriendo a coger algo de comer, mientras está echando tu programa favorito.
Mientras cojo la fregona, la imagen de la chica vuelve a mí. Pero esta vez está de espaldas, y la escena es en una playa. Sé que está llorando por que oigo llantos lejanos y una sensación de tristeza y dolor abundan en mí inmediatamente. ¿Quién será? ¿Será belieber? Eso que importa. Lo que importa es que está sufriendo, mientras que yo estoy aquí, limpiando un charco de Coca-Cola. ¿Por qué yo? ¿Por qué acude a mí? Tengo que ayudarla.
Pero, ¿cómo? ¿Qué puedo hacer yo? No la conozco. Nunca antes la había visto…
¿Quién será?
<<Flashback>> (Presente)
*Narras tú*
Abro los ojos. Estoy en mi cuarto, sentada y apoyada a la pared. A un lado la parte final de la cama, y al otro la puerta. Tengo mis manos en mis orejas. Me las quito poco a poco, mientras me sigo apoyando a la pared, para incorporarme sin perder el equilibrio. Abro la puerta despacio. Miro hacia donde está el salón y la cocina. Ni rastro de papá. Nada. Ni un ruido. Demasiado silencio me incomoda, algo no va bien. Pero la cara de Justin mirándome me acompaña. 
Cierro los ojos antes de salir. En mi mente viene Justin, con un: “Tranquila, te prometo que pronto estaremos juntos…”
No me queda nada más que salir afuera de puntillas. Mientras miro para adelante y para atrás. Cuando estoy apunto de llegar al salón, me apoyo a la pared y miro, antes de cruzarlo, e ir hacia la cocina, que está al lado. Ni rastro de papá. Siento tranquilidad. Dejo de apoyarme en la pared y me dirijo hacia el comedor. Cuando estoy a punto de llegar, ocurre.
Alguien llega rápidamente hacia mí, pone sus manos en mi cintura y me eleva hacia los aires, mientras carga conmigo hasta el sillón.
No es Justin, queriendo jugar conmigo, y hacerme cosquillas mientras se pone encima de mí, y acabemos en beso.
No, es papá.
Mientras me agito de un lado a otro y le doy pequeños puñetazos en la espalda, empiezo a gritar entre súplicas y compasión. De repente la imagen de Justin desaparece, para dar escena en mi cabeza a una niña pequeña jugando en un parque con su papá, mientras este carga con ella como un saco de patatas y la lleva hasta los columpios.
Las cosas han cambiado. Antes cargaba conmigo y me llevaba hasta los columpios, mientras yo sonreía de felicidad. Ahora me carga y me lleva hasta el sillón para pegarme, mientras yo grito suplicante.
Sin duda, las cosas han cambiado desde que mamá no está.
Mientras intento chafarme de sus manos, él consigue llevarme hasta el sillón y ponerse encima de mí.
Los varios puñetazos que me propina en la cabeza, hacen que la imagen de Justin aparezca de forma inminente y me dé más fuerzas, para que salga adelante y consiga que papá deje de hacerme daño. Mis manos llegan a su cara y le arañan. Eso causa que papá se enfade y me pegue más fuerte, si eso llega hacer posible.
Son tantas las veces que papá me ha pegado, que el dolor se ha hecho costumbre en mí. Pero no me acostumbro en el hecho de que papá me pegue. 
No siempre fue así, no.
Ahora solo querría huir con Justin a otro sitio. No sé, ¿tal vez hasta el fin del mundo?
Papá cansado de pegarme se levanta, pero mis lamentos continúan. Se dirige a su habitación y se cierra en él.
Otro lugar como el fin del mundo era un sitio mucho mejor que mi casa.

En mi casa nadie me protegía, y no tenía a nadie. En cambio, si iba al fin del mundo, tenía la protección y la única persona que necesitaba a mi lado: Justin.
<<Flashback>>
*Narra Justin*
Mamá se había precipitado en sacar los billetes para hoy mismo, pero el hecho de que pronto vería a mi familia, hacía que el corazón se alegrara de tal forma, que conseguía que se tapase el hueco de mi corazón, en donde habitaba la preocupación y el histerismo que esa chica con sus llantos causaba dentro de mí, haciendo que me volviera loco poco a poco. ¿Dónde estará?
Mis ganas de correr, aumentaban cada vez que ella iba a mi mente. ¿Qué pretende? ¿Volverme loco de la cabeza? ¿Y si me han hechizado, y tendré que vivir siempre con esa imagen?
Dejo de doblar y meter la ropa en mi maleta, para sentarme y tranquilizarme en mi cama.
Llevo mis manos a mi cara y la agito fuertemente. “Tranquilo Justin…” Pienso. “Esto de alguna manera acabará.”
Un grito que viene de su cabeza, hace que se levante inmediatamente, e intente situar el sonido. Justin se da cuenta que es la chica de su cabeza, e intenta llamarla. Pero esta continúa llorando.
Justin: ¿Hola? ¿Quién eres? ¿Dónde estás? Por favor deja de llorar y tranquilízate... Te quiero ayudar… - Dejo de mirar al techo y me apoyo en una de las paredes que hay en mi habitación. Proviene de mi cabeza, eso lo sé. Esos gritos y llantos son de ella… Y los conozco a la perfección. No han dejado de habitar en mi cabeza desde el sueño en la playa… Un momento, ¿qué sueño en 
la playa?
Dejo de apoyar mi cabeza en la pared y vuelvo a mirar al techo.
Yo: ¡Deja de volverme loco! Desaparece de mi vista, ¡ya!
Justin se sorprende. Tras la orden que ha mandado, los llantos desaparecen. 
Cansado se sienta en su cama otra vez, mientras se lleva una mano a la cabeza, donde solía acudir el dolor. Se ha aliviado de no oír más esos quejidos, pero extrañamente echa de menos el dolor. Ese dolor significaba algo. ¿Todavía significará algo? Sin duda, esos llantos eran suyos. ¿Ahora haría muestra de presencia fuera de mi cabeza? No sé cuánto tiempo soportaré esto… Necesito verla, saber si está bien, si algo le preocupa, por qué llora de esa forma…
Necesito saber quién es.
<<Flashback>>
*Narras tú*
Estoy en mi cuarto. Mis manos tiemblan, mientras lágrimas caen por mis mejillas.
Necesito llamar a Alice. Es la venda que tapa mis heridas, mi consejera en estos casos.
Alice: ¿Sí?
Yo: Alice, soy yo. –Le intento decir sin que se note mi nerviosismo. Pero ya son muchos años en que nos conocemos. Ella intenta entender por qué me meto tanto en mi mente, creando mundos y seres que me acompañan en aventuras increíbles y fantásticas, sin que vea la realidad que me ata a papá.
No entiende cómo puedo tener ese afán de querer vivir y comerme el mundo, sin caerme y pensar que siempre estaré atrapada con papá, y sus malos tratos en esta horrible casa.
Ni siquiera es mi verdadero hogar.
Yo sé que algún día saldré de esta, más si un personaje real, propicio de mi mente me dice que tengo que encontrarlo y hacerle entrar en razón si quiero ser feliz.
No sé a qué se habrá referido Justin con hacerle entrar en razón, pero, sea como sea, lo haré. Porque merezco ser feliz. Olvidar mi presente, y olvidar esas manos que se descargan contra a mí y me causan múltiples heridas y dolores.
Merezco sonreír de felicidad y dejar de llorar de amargura. ¿Qué necesidad tengo yo, de aguantar de esta forma a mi propio padre?
Alice: ¿Qué ocurre? Joder ____, ¿te ha vuelto a tocar? ¿Qué ha hecho ahora?
No aguanto más y me vuelvo a echar a llorar, mientras Alice intenta tranquilizarme por teléfono. Son tantas las veces que ya he llorado delante o detrás de Alice, que ella ya conoce a la perfección qué hacer en estas situaciones, cuando el pánico y la tristeza se apoderan de mí, y yo solo quiero desaparecer y no volver.

Ojalá mi mejor amiga no tuviese que verme en esta situación. Es la única amiga de verdad que tengo. Cuando nadie tendió su mano, cuando estaba rodeada de gente y todos hacían como si no me conocieran, Alice pasó a mi lado y tendió su delicada mano. Yo la miraba y la envidiaba. Esos ojos color verdes fuertes que eran increíbles, esa sonrisa que siempre dibujaba en su redonda cara sin ninguna imperfección… Alice sí que parecía sacada de un cuento. Y aunque ella decía que estaba rodeada de sapos, cualquier chico que pasaba a su lado y robaba su corazón, yo lo llamaba su príncipe.

Nunca antes había sentido los sentimientos de los que hablaba la gente, Alice, sus hermanos y padres incluidos. Nunca antes había visto a un príncipe que llegase y me hipnotizase.

Hasta ahora.

Solo pensé que Alice era digna de ser una princesa, y que la tratasen como tal.

No solo por su belleza tan natural y envidiable. También por su simpatía, su bordería tan peculiar, por ser tan carismática y sencilla a la hora de hablar… Y por estar ahí cuando nadie más lo estuvo.
En los momentos en que me siento sola, por arte de magia Alice aparece y me hace sentir la persona más especial del mundo. Solo Alice.
Alice y Justin. Los únicos. Cada uno de una forma distinta.
Ella aún no ha encontrado a su príncipe, pero tengo el presentimiento de que está muy cerca, puede que más cerca de lo que ella pueda imaginarse.
Yo: Alice tengo miedo. –Le digo mientras las lágrimas siguen cayendo por mis mejillas y mi voz se entrecorta. Cierro los ojos cada dos por tres y la imagen de Justin viene a mí como por arte de magia. Solo me transmite una gran fuerza. 

Miro mis manos y tengo miedo de tocarme la cara. La tengo hinchada, eso lo sé.

Alice: Vale, tranquila ¿sí? Te vienes conmigo. Voy a ir a buscarte.

Abro los ojos fuertemente y me seco las lágrimas que han caído en mi cara.

Yo: No puedes. Mi padre está aquí.

Alice se mantiene callada por unos segundos.

Alice: Me da igual. Me has llamado llorando por que tu padre te ha vuelto a pegar. ¿Quieres que ahora cuelgue y haga como si nunca haya recibido esta llamada? ¿Crees que voy a dejar que pases un segundo más en tu casa, con ese ogro dentro? Si no voy yo a buscarte, va uno de mis hermanos. ¿Vale?
Yo: Pero Alice, no puedo salir de mi habitación…
Alice: Estate tranquila, ¿vale? ¿Tú no tienes una ventana en tu cuarto?
Yo: Sí. –Asiento mientras miro a la ventana.

No es una ventana grande, pero es perfecta para un cuerpo como el mío.

Alice: Pues ya está. Mando a Rubén a que te vaya a buscar. Ahora nos vemos.–Sin más, Alice cuelga.

Rubén. No hablamos mucho. Pero sé que es un chico encantador. Y al igual que a su hermana le pasa, el género contrario se desvive por él.

Y ahora, él va a venir a mi casa a buscarme y me esperará en la ventana hasta que yo salte, y encima verá mi cara llena de heridas y mis manos y brazos llenos de moratones… Qué vergüenza. Intento taparme todo el cuerpo, como cuando aquella vez que vi por primera vez a Justin en la playa.

Encima el chico este me hará un millón de preguntas… Normal. No todos los días vas a una casa que no conoces por que tu hermana pequeña te lo ha pedido, y te encuentras a una chica llena de heridas por todo el cuerpo, saltando por una ventana.

Suspiro, compruebo que la puerta está cerrada con llave, y que no corro ningún peligro ahí dentro. Me siento al lado de la puerta y me echo un poco para atrás. Cierro los ojos… Solo espero que Alice le haya dado las indicaciones correctamente a su hermano.

No soportaría pasar otro día más aquí.

<<Flashback>>

*Narra Justin*

Mientras mamá saca los pasajes y pone todo en orden, yo firmo a un grupo de chicas. Unas diez chicas preciosas que no paran de sonreírme. Es imposible no devolvérselas.

Yo: Chicas, muchísimas gracias por estar aquí, debo irme. –Ellas se agolpan a mí inmediatamente y nos abrazamos. Mientras más y más lágrimas caen por las mejillas de tres y las otras siete, siguen sonriendo mientras se ponen rojas.

Me pregunto si ella también estará aquí, esperando el momento para salir y darme un susto de muerte. Agito mi cabeza fuertemente y me despido de mis fans con las manos, y dos besos a otras, mientras algunas aprovechan para volver a abrazarme.

Yo: Chao chicas, os quiero. –Les digo mientras les hago el signo del corazón. 

Ellas gritan y se alteran.
Amo a mis fans. Amo que estén tan locas y se desvivan por mí, de maneras que nunca imaginé que alguien lo haría.

Son como yo. Son mis chicas. Son las personas por las que hago esto. Sin ellas, esto no valdría la pena. Si un día se fuesen de mi lado, este camino por el que estoy pasando y construyendo cosas, se desmoronaría y se iría abajo… No tendría sentido.
Solo espero que ellas nunca se vayan de mi lado. Lo demás me da igual.
No hay mayor regalo que ver sonreír a la gente por las cosas que haces. Con lo que te gusta hacer.

Una sonrisa vale más que el dinero y la fama. Sus sonrisas no son equivalentes a algo materialístico como el dinero.

Me siento en la butaca  y suspiro. Mamá camina con sus tacones y ese ruidito tan divertido y familiar por los largos pasillos del avión. Se sienta a mi lado y le sonrío. Ella se acomoda en su asiento, me mira, me sonríe, me toca una mejilla y aprieta mi mano fuertemente, que está en mí respaldar. Ella suspira nerviosa y mira hacia el otro lado. Yo por mi ventana.

Solo espero llegar y volver a sentir esa sensación de libertad, de volver a sentirme como un niño. Ver a mi padre, a mis hermanos pequeños, a mis amigos… Volver a sentirme como en casa, y que las cosas no hayan cambiado y todo esté igual. Como si nunca me hubiese ido.

También espero callar a mi atormentada mente encontrándome con esa chica. 
¿Dónde estará? ¿Será canadiense? En mi mente no lo parece.

Echo para atrás el acomodador, cierro los ojos y suspiro.

“Relájate Justin… La encontrarás.”

<<Flashback>> (Presente)

*Narras tú*

Un ruido que proviene de la ventana, hace que abra los ojos instantáneamente y mire hacia ella. Me acerco, cojo mi bolso y me asomo con cuidado. Una piedra pasa por mi lado, la esquivo con dificultad, pero no llega a darme.

X: Ups, lo siento. –Se disculpa con una media sonrisa mientras suelta el resto de las piedras en el suelo. Yo también intento sonreírle, mientras agacho la cabeza, pongo un pie fuera de la ventana, dispuesta a poner el otro.
X: Oh, espera. –Dice mientras pone sus manos juntas, para que cuando caiga, caiga mi cuerpo encima de sus brazos y no me de en el suelo.

Yo pongo los dos pies a fuera, me quedo sentada en el filo de la ventana. 

Miro a mi habitación, mis manos tiemblan. Un miedo se invade de mí, con el presentimiento de que en cualquier momento papá abrirá la puerta, me agarrará por la cintura y me volverá a hacer daño.

Miro al suelo, casi ya decidida a saltar. Aprieto fuertemente el filo de la ventana y suspiro, mientras me muerdo el labio.

X: ¿Vas a saltar ya? –Me pregunta, casi gritando. Vuelvo a mirar hacia mi habitación, miro hacia él y le asiento. Me impulso y salto.
X: ¿Estás bien? –Me pegunta mientras me ayuda a incorporarme. –No has caído tan mal, ¿eh? –Me dice con una sonrisa. Pongo mis pies en el suelo y miro hacia mi ventana.
X: Creo que es mejor irnos. –Dice mientras mira él también a la ventana. Cruzamos la mirada y yo cortada la bajo hacia el suelo.
X: Hey guapa, ¿qué te ha pasado en la cara? –Me pregunta confundido mientras aparta un mechón de pelo. Yo me echo para atrás, cojo mi bolso que está tirado en el suelo y me echo a andar.
Yo: No preguntes, por favor.
X: Pero, ¿qué mosca te ha picado? –Me pregunta mientras se pone a mi lado.
No respondo. Se pone delante de mí y me obliga a pararme.
X: Por cierto, me llamo Rubén. Por si te importaba.
Yo: Sé quién eres. –Le digo. Él me mira más de cerca, a los ojos. Tiene unos ojos azules fuertes. Creía que los tendría verdes como Alice, pero son igualmente bonitos. Apostaría que todos los ojos son bonitos, excepto los míos.
Rubén: Eres…
Yo: _____, la mejor amiga de Alice. –Le interrumpo.
Rubén: Jé, pues claro que eres ella. Sigues igual, ¿lo sabes? No has cambiado nada…

Yo me aparto de él y sigo caminando.

Rubén: ¿Te sigues cayendo por las escaleras o qué? ¿Tienes miedo de ellas y por eso bajas por la ventana de tu cuarto? 

Me paro en seco, aprieto fuertemente mi bolso y empiezo a caminar más deprisa. Él se descruza de brazos e intenta alcanzarme. Sabe, o se hace a una idea de que ha metido la pata hasta el fondo. Él sabe de sobra que algo no va bien desde el mismo momento en que esa chica entró por la puerta de su casa. Siempre supo que le pasaba algo. Pensó que era simplemente una chica distinta, rara. Pero nadie es tan raro, hasta el punto de no querer salir con nadie, solo con Alice, de no mirarle a la cara ni a él ni a su hermano. Solo y en pocas ocasiones a su padre. De taparse entera hasta los días de verano, de tener ojeras todos los días, de maquillarse tanto para tapar sus imperfecciones de la cara… De hablar de otra forma. De hablar sobre seres distintos con Alice, de que lo único de lo que hablen, sea de eso y el padre de ella. Que casi siempre esté en su casa, y que sus ojos brillen cuando tocan el tema de sus heridas y su padre… No es tonto. Él no es tonto. Ha estado investigándola a ella y a su forma de ser, desde el primer momento en que supo que algo no iba bien. Y ha llegado a la única respuesta lógica: Sufre malos tratos. Tal vez por parte de su padre. Y alguien tiene que acabar con esto, antes de que a ella le cueste su propia vida.

Rubén: Hey, lo siento. ¿Vale? –Se intenta disculpar, cuando la alcanza y pone sus dos brazos en los de ella por detrás. Ella se queja y él los aparta, disculpándose nuevamente. Sacude su brazo y se muerde la lengua. Ella arquea una ceja. Se siente incómoda. Él, por alguna razón no le transmite confianza, ni paz, solo incomodidad y mal estar.

Se miran por unos largos no, larguísimos segundos. Él, al igual que ella, creen que no han empezado con buen pie. Y para que el trayecto hasta la casa de este y de su mejor amiga no sea largo y tropiecen con la misma piedra, habrá que ponerle solución lo antes posible.

Antes de que se lleven los trastos a la cabeza.

<<Flashback>>

*Narra Justin*

Pattie: Justin. Justin, cariño. –Mamá me acaricia la mano. Yo abro poco a poco los ojos y la miro. Ella me sonríe. –Sigues teniendo esa cara de ángel cuando duermes. –Me restriego los ojos.
Yo: Hay cosas que no cambian. –Le digo con un bostezo y una sonrisa al mismo tiempo. Me acerco a mamá y le doy un beso en la mejilla. La miro sonriente, cojo su mano y la beso. –Mamá, ¿por qué me has despertado? –Le pregunto. Ella señala a mi ventana. Yo miro y me acerco al cristal. Sonrío de oreja a oreja. Casi hemos llegado al aeropuerto, mientras veo parte de Canadá como si fueran figuritas pequeñas. Extrañaba este paisaje.

Aún recuerdo la primera vez que viajé en avión, para encontrarme con Scooter. 

En eso sí han cambiado las cosas. Mamá y yo nunca pensamos que volveríamos, pero para hacer visitas, con la idea de que pronto tendríamos que regresar para mis conciertos.

Aunque, yo estaba más pendiente de que el avión no se callera, y de los planes que haría cuando llegásemos.

Miro a mamá. Está rezando en voz baja.
Mamá… Mi preciosa mamá. Desde que supo que esperaba un bebé, se ha desvivido para que todo saliese bien. Se ha partido el culo para que tuviese un futuro decente. Se ha preocupado para que yo fuese feliz y tuviese lo que necesitaba. Para que todo fuese bien, sobre ruedas. Para que no me convirtiera en una mala persona, y me guiase por la voz del Señor únicamente. Para guiarme por el buen camino. Para que si me cayese, fuese capaz de levantarme solo, o con ayuda. Pero que me levantase.
 Todo eso me ayudó y me enseñó mi mamá. Todo lo que soy, lo soy gracias a ella. 
Soy yo en ella, soy su Justin, su hijo. El que aunque tenga treinta años, seguirá siendo su bebé, que tocaba con las cacerolas de la cocina en una silla.

Me acerco de nuevo a ella y le deposito otro beso en la mejilla. Sonríe mientras suspira. Sus ojos brillan. Cojo su cabeza y la acerco a mi cuello y parte del pecho.

Yo: Tranquila mamá, todo saldrá bien… Pronto veremos a los abuelos.
Pattie: Lo sé Justin. Lo sé. Los he echado muchísimo de menos…
Yo: Y yo mamá. Y yo…

Justin mira por su ventana mientras acaricia el pelo de su madre.

Confía en que este sea un buen viaje y un bonito recuerdo antes de volver al escenario. Pero no confía tanto en encontrarla a ella tan pronto.
Cree que tardará mucho en verla en persona. Y eso, no le gusta nada. Porque cuanto más tarde en encontrarla, más cosas pueden atormentar a su mente. 
Esos llantos no eran normales. Cosas como si seguirá viva para cuando la vea…

<<Flashback>>

*Narras tú*

Rubén ha intentado por todos los medios que ella le hable y acepte sus disculpas.

Pero no hay remedio.

Rubén: Venga, por favor. No pensé bien lo que decía… Acepta mis disculpas.

Toco fuertemente el timbre de su casa. Él deja de poner las manos como si rezase, en forma de súplica y espera a que abran la puerta.

Un chico bajito, con el pelo rubio abre la puerta. Es el hermano pequeño de Alice, David.
David: ¡Hola Rubén! ¡Hola ___! –Yo le sonrío y paso a su lado. Rubén observa la escena, confundido.
Rubén: ¿Cómo lo haces?
David: ¿El qué?
Rubén: Que te sonría.
David: Pues… Yo que sé Rubén, no me comas la cabeza. –Empuja a su hermano para que entre, y cierra la puerta.

Yo subo las escaleras de caracol y toco en la puerta de Alice.

Alice: ¿Sí? –Pregunta una voz de adentro.
Yo: Alice, soy yo. –Siento un movimiento dentro de su cuarto. Abre la puerta y se abalanza sobre mí. Yo la abrazo fuertemente mientras me impregno con su olor.
**********************************************************************
David: ¿Pero qué pasó con ella? –Le pregunta David a su hermano, mientras suben juntos las escaleras.
Rubén: Dije algo que no debía.
David: ¿Cómo qué?
Rubén: Aún eres pequeño para que lo sepas. –Le responde mientras agita el pelo de su hermano.
David: Ya no soy pequeño. Tengo catorce años. –Replica David mientras se acomoda el pelo.
Rubén: Entérate. Para mí siempre serás un niño pequeño.
David le mete un puñetazo a su hermano y él se queja.

Llegan arriba y ven a su hermana abrazada a ______. Se quedan confusos mirando a la habitación de Alice, mientras ella acaricia el pelo de su amiga. 

Oyen quejidos que vienen de ella y Alice levanta la vista. Ve a sus dos hermanos y pone los ojos en blanco. Mete a su amiga dentro de su habitación y les obliga a irse. Rubén está a punto de replicar, pero Alice le cierra la puerta de golpe, mientras levanta su dedo corazón a su hermano pequeño, por las regañinas que hace por detrás.

Rubén resopla y se da la vuelta, coge a su hermano por una oreja y lo mete en su habitación, tras las quejas de él.

Alice: Ya está. Mis hermanos aquí no oirán nada. –Yo asiento y me seco las lágrimas con la manga de mi camisa. Alice me da unos pañuelos para que me seque con ellos. Yo los cojo.

Estamos sentadas en el suelo de su habitación. A comparación con la mía, la de ella es grande y bonita. Sus padres están bien económicamente. Alice puede permitirse sus lujos y necesidades. Cuando yo nada más y con un poco de suerte, mis necesidades básicas.

Los padres de Alice no saben nada. Ellos casi nunca están en casa, y no se enteran de lo que pasa. Pero siempre que pueden, le demuestran a sus hijos que les quieren. Y cuando tienen tempo libre, los pasan con ellos y les preguntan cómo están y lo que han hecho últimamente.

Alice suele compartir sus cosas conmigo. Su ropa, por ejemplo. La última colonia que se haya comprado o que le encargue a sus padres…
Alice coge mi mano y me la acaricia. Me sonríe fuertemente, mientras sus ojos verdes me miran. Los míos rojos de llorar y cansados también la miran.

Vidas diferentes las nuestras. Ella teniéndolo todo, yo sin saber dónde caerme. Ella con una familia perfecta, yo sin madre y sin saber lo que se siente al tener una familia que te tienda los brazos y te ayude a levantarte cuando te caigas. Ella con un cuerpo perfecto, y yo con un cuerpo lleno de moratones. Ella teniendo todo lo que quiera, yo sin tener ni la mitad de lo que deseo. Ella aprendiendo de mí, yo aprendiendo de ella. Vivencias compartidas, lágrimas derramadas por distintas cosas. Formas de ver la vida, completamente diferentes. Distintas formas de pensar. Distintas formas de hablar.

Pero algo que nos une: la amistad. Uno de los tesoros más importantes de la vida.

Algo que todo el mundo posee. Algo capaz de derribar al amor. Algo que va delante de ello. Pero, la amistad tiene un ingrediente fuerte: el amor.
¿Y puede la amistad ser más fuerte que el amor? Muchos corazones juntos. 
Muchas personas se enamoran siendo amigos. Y aun así, la amistad puede perdurar, mientras las cenizas del amor se consumen poco a poco.

La amistad puede darte mucho más que un corazón, que al igual que vino, puede marcharse. La amistad si es verdadera, se queda. Pero el amor… Nunca sabremos si es verdadero.

Los nuevos amigos pueden enseñarte nuevas cosas, que ninguno antes pudo enseñarte. Pero en el amor, siempre sentirás algo parecido. ¿Cuándo sabrás que esa persona es la indicada?

Algunos, nunca lo llegan a saber. El primer paso: guíate por tu corazón. 

Aunque al final, el que sufre es él.

Alice: Voy a darte algo para que te pongas. –Dice mientras se levanta y se acerca a su gran armario.
Yo: Alice, no hace falta, en serio.
Alice: Déjate de tonterías. Quiero que te pongas algo.

Suspiro y me echo para atrás, apoyándome en la cama de Alice.
Alice: Toma. –Dice mientras me tira algo a la cara. Yo lo observo, mientras 

Alice se sienta enfrente de mí y cruza sus pies.

Alice: ¿Qué tal se portó mi hermano?

No respondo.

Alice: ¿Fue muy capullo contigo?
Yo: Algo. –Alice se queja y se acuesta en el suelo.
Alice: ¿Qué dijo?
Yo: Da igual Alice…
Alice: ¿Qué dijo?
Yo: Que si me había caído otra vez por las escaleras, y por eso tenía miedo de salir por la puerta. –Le respondo mientras la voz me tiembla y sigo sosteniendo la ropa.
Alice: Capullo. Se va a enterar… -Me mira y se sienta a mi lado.
Alice: ¿Y Justin? –Me pregunta de repente. Cosquilleos acuden a mi estómago, suelto la ropa y miro a mis manos, dispuesta a contarle a Alice lo que soñé hace más o menos una hora. Sonrío, antes de volver a contar mi encuentro con él. El esperado encuentro. El deseado, el más especial que he tenido, después de verlo por primera vez. Con aquel paisaje que parecía sacado de una postal. Con él allí, vestido como si fuese un príncipe y yo la princesa. Donde los besos fueron las únicas palabras, y los sentimientos plasmados en los dos corazones que habitaban allí. El mío y el suyo. Donde una duda acudía a la mente de esa tonta princesa. La duda que él, el príncipe había hecho sobre ella, con las palabras de: “Hazme entrar en razón”.

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